Me da miedo echar la vista atrás.
Estuve muerta. Cómo un alma sin vida, un cuerpo vacío sin esencia. Y todo por
ti.
Sufrí, sufrí mucho y mientras
tanto tú te regodeabas de mi dolor. Salías, disfrutabas y reías mientras yo
estaba tirada en mi cama con la cara enterrada en la almohada por miedo a mirar
a mi alrededor, a mirar a esta nueva realidad, esa realidad, que era por tu culpa.
¿Y sabes que es lo más irónico de
todo?
Que pensé que el mundo se terminaba, que la vida no seguía, que no podría vivir de esa nueva manera...
Ahora me río de todo eso. De todas y cada una de las tonterías que en su día
solté por mi boca.
Estaba claro, no podía seguir
viviendo del pasado así que continué, me volví a levantar y empecé a caminar.
No tenía miedo de a dónde podía dirigirme, ni siquiera me detuve a pensar que caminaba
sola. Estaba dispuesta a cambiar y no me importaba quien seguía a mi lado.
Y ahora, cuando
ya estoy caminando me doy cuenta de que todo lo pasado cambió. Que tú me tenías
así por miedo a que yo te superase, a que yo conociera mundo. Y ahora se que sufres al verme sonreír, al ver que otra vez he vuelto a encontrar eso tan
ansiado llamado FELICIDAD.
Pero no pienses que volveré a caer, ni te lo
plantees. Yo lo pasé mal y ahora te cedo el testigo. Disfruta de cómo soy
porque esta es la nueva yo. ¿Y sabes qué? NO ESTÁ DISPUESTA A IRSE.
No hay comentarios:
Publicar un comentario